Cuando era niña, las personas que me conocían me decían que era un delfín; me gustaba y me gusta muchísimo permanecer en el agua.
Cuando me penetro en el agua siento que solo existe ella, que no hay nada mas que eso y solo me dejo llevar por su fuerza lo que me lleva a la relajación de mi cuerpo y me impulsa a dar mi primer brazada y muchas después de esta, sin cansancio y sin pensar en la respiración y preocupaciones que hay en el mundo exterior.
Solo mi cuerpo al estar en contacto con el agua experimenta otra dimensión, donde viajo atreves de ella, esto me lleva a despejar mi mente y abrirle un campo nuevo al entendimiento.
Nadar no es solo deporte o competencia, para mi es la disciplina y el estilo de vida con que me identifico en el primer instante que mi cuerpo toca el agua y el agua toca mi alma.
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